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jueves, 4 de abril de 2013

CAPITULO 4: qué pensar.

- ¿Ángel?.- no pude evitar un bufido prolongado.- Nadie lo diría por tu aspecto.
Enarcó las cejas en un gesto de incredulidad.
Me sonrojé.
- No me malinterpretes, pero mírate: pelo negrísimo, piel blanquísima, ojos ne...
No tuve más remedio que pararme. Juraría que hace medio minuto sus ojos eran negros, y ahora eran verde oscuro. No sabía si era por la luz o qué, pero no me paré a pensar.
- ¿Tus ojos... no eran negros?
Ángel se retiró realmente aterrorizado, como si yo hubiera visto algo que no debiera.
-... y recordad, en lo que queda de clase tendréis que ir a la biblioteca para hacer el trabajo sobre alguno de los mundos que he mencionado.
Ángel había sido petrificado por arte de magia, después de haberle comentado lo de sus ojos. Mueca de terror incluída. Le zarandeé ligeramente para ver si conseguía hacerle reaccionar.
Me miró. Su mirada estaba vacía.
-Vas a tener que ir tu sola a la biblioteca. Yo tengo cosas que hacer.
Pegué un respingo. Era la primera vez que le oía hablar. Su voz.
Era la voz de mi cabeza.
Ángel se levantó y se fue, sin más.
                                                          *              *             *
Ya me había recuperado de la perplejidad y había pasado al odio. Me había dejado con todo el trabajo encima, el muy estúpido. Sin explicación.
Suspiré por enésima vez en este día y me dije que era mejor que hiciera el trabajo yo sola y pasara de la gente un poco, ya que mi adorado compañero había decidido que era una piedra de ojos vacíos y me dejaba sola.
Me hervía la sangre solo de pensar en el estúpido aquel, no sabía por qué tuve que hacer caso a las voces de mi cabeza. Que encima era él.
Empecé a pensar en ello. Voces. En mi cabeza. Eso no tiene ningún sentido. Y con ningún sentido me refería a ninguno absolutamente.
Me obligué a pensar que devanarme los sesos en aquello no era productivo en ningún sentido.
Resignada me dirigí a la biblioteca.
No me daba cuenta de que aquello, todo, era raro.
Y que iba a cambiar mi vida.

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